Tres minutos

13:59:00

Tres minutos.

Mi pecho sube y baja a demasiada velocidad, me paso la mano por la frente sudorosa, tengo la boca seca. Tres minutos y un puto segundo más y estoy muerta. Aprieto los dientes con fuerza, joder, ¿Por qué cojones no me fijé antes de coger la maldita maleta?...
Suspiro presa del pánico, no puedo pararme a pensar en ello, no en este momento. Estoy agachada detrás de un montón de cajas, con la espalda apoyada en ellas. No puedo más. Noto como lo parpados me pesan una barbaridad, como si fueran de plomo. Me froto la cara rápidamente para intentar despejarme. Y vuelvo a mirar el reloj. Joder… me quedan dos minutos y quince segundos. Me doy por muerta.

Escucho el sonido de unos pies pesados arrastrarse por el frío suelo de la fábrica. Están buscándome, pero yo no tengo lo que ellos quieren ni sé cómo conseguirlo.
Evoco rápidamente el momento en el aeropuerto. Iba con prisas, como siempre y por inercia cogí la maleta verde oscuro y me fui directa a por un taxi sin tan siquiera cerciorarme de si era la mía. Las prisas, ese es el problema.

De repente la fugaz imagen de un hombre de apariencia aterradora me invade. Era de noche cuando esos hijos de puta asaltaron mi casa. Me despertaron tan bruscamente que creí que me iba a dar un infarte al corazón y ahora que lo pienso… ojalá me hubiera dado. Habría sido mejor que aguantar este horror.  Sin mediar palabra me clavaron una jeringuilla inyectándome no sé qué mierda que comenzó a quemarme. Un dolor horrible, un dolor indescriptible.

―¿Dónde está? ―preguntó el hombre calvo. Sus ojos pequeños y oscuros se clavaron en mí de manera tenebrosa. Pero yo no tenía ni idea de que hablaba.
Pum. Me abofetearon, yo seguía inmersa en la lucha por aguantar ese dolor que me estaba rompiendo por dentro. ¿Cómo querían que pensara en nada? Volvieron a preguntarme pero no supe contestarles y me volvieron a abofetear. Noté el sabor metálico de la sangre inundar mi boca.
―Tienes seis horas para encontrar la maleta y traérnosla. Si no, date por muerta. El veneno acabará con todos tus órganos, solo nosotros tenemos la cura. Así que espabila bonita.
Hizo un gesto a sus compañeros y se marcharon tranquilamente por la puerta. Yo continué gritando y chillando como una loca por el efecto de lo que fuera que me acaban de inyectar, pero de repente el dolor cesó. Me quedé quieta unos segundos incapaz de moverme con temor a que el dolor resurgiera. No sé cuánto tiempo pasó hasta que conseguí ponerme en pie, pero después de ello…nada mejoró.

Y aquí estoy ahora, sin saber qué diablos hacer. He intentado escapar, ir al médico pero no me han visto nada, la policía solo ha recogido mi denuncia pero nada más. Hace poco más de una hora comenzaron a perseguirme. La maleta había desaparecido de mi casa, ni tan si quiera sabía que había dentro, no me dio tiempo de abrirla, el cansancio pudo conmigo y caí rendido a los brazos de Morfeo solo llegar a casa.
He corrido tanto como he podido, pero el efecto de ese veneno es superior a mí y ya no tengo fuerzas.

Un minuto…
Oh dios, no puede ser. No quiero morir así. Soy joven, tan solo tengo veintinueve míseros años y voy a morir. Mi último pensamiento va dirigido a mi familia y a mi perro Dov, pobrecito, me estará esperando pero yo nunca más volveré a reunirme con él.
Las lágrimas comienzan a recorrer mi rostro rápidamente. Noto un desasosiego que me ahoga  y me oprime el pecho fuertemente. Me pongo en pie, y me asombra tener fuerzas para hacerlo. A lo lejos, el calvo de mi habitación me observa. Sonríe de medio lado y me señala.

Veinte segundo…
Comienzo a tener unos sudores fríos y pegajosos, estoy chorreando. Mi camiseta se adhiere a mi cuerpo como si acabara de tirarme a una piscina. El corazón comienza a latirme  a una velocidad desmesurada.

Diez segundos…
Lo miro intensamente a los ojos. Él espera a unos metros. Sabe que no tengo nada que hacer y que es demasiado tarde para curarme. No hay solución. No veo bien, la visión se está nublando…

Cinco segundos…
Caigo al suelo sin fuerzas, noto todo mi cuerpo paralizado pero no hay dolor. Eso no alivia el temor que recorre cada centímetro de mi cuerpo y que me mantiene mirando fijamente a la nada, porque ya no veo, todo se ha tornado oscuro

Un segundo…
Ya está.

Abro los ojos acongojada y cojo una gran bocanada de aire, como si llevara minutos sin respirar. Me levanto de un salto de la cama y apoyo mi cabeza entre mis manos. Una jodida pesadilla, la más realista de mi vida. Lloro de felicidad, sin creer poder estar tan afectada por un sueño.  Seco el sudor de mi frente y noto un pequeño dolor en mi brazo. Enciendo la luz y lo observo. Abro la boca sin poder creerlo.  ¡Joder! En mi brazo hay un pequeño orificio de donde ha emanado un hilo de sangre tan fino que es apenas perceptible y está seco.
Comienzo a respirar aprisa, no puede ser. Miro a la derecha y observo un reloj con una cuenta atrás que antes no estaba y marca Cinco horas y cincuenta minutos.





You Might Also Like

1 comentarios

Un comentario siempre es bien recibido :)

¡Contáctame!

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *