La importancia de la corrección

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¿Qué importancia tiene una buena corrección?
   Yo, como diseñadora gráfica, diría que es más importante una buena corrección a una portada. Y no me entendáis mal; no estoy diciendo que no sea necesaria una buena imagen exterior; ¡absolutamente para nada! Pero si yo tengo poco presupuesto y debo elegir, prefiero gastármelo en una buena corrección.
¿Por qué?
   Estamos hablando de libros. Es, como tal, un producto sencillo de entender. Cierto es que, muchos lectores, la gran mayoría (hablamos de autores autopublicados y, muchos, muy poco conocidos), nos lanzamos a por lo que nos entra por la vista y, por supuesto, me incluyo. Por eso creo que para nada se debe descuidar el aspecto del libro por fuera.
   Pero, al fin y al cabo, es un libro y, aunque la portada deba llamarnos la atención, el interior es lo que importa (ahora comenzaría hablar de maquetación, otra parte importante, pero no es el momento). Si tu historia tiene muchas faltas ortográficas y gramaticales, si tu sintaxis es pésima y si repites continuamente palabras, por mucho que la idea sea buena, acabará decepcionando al lector. Por eso mismo, hay que ir con cuidado con las correcciones. Una corrección no es solo poner o quitar acentos. De verdad, es muchísimo más. A veces componemos mal las frases (por la manera de hablar o la razón que sea), otras tantas fallamos en la ortotipografía y muchas otras no ponemos acentos o hacemos un uso excesivo de las comas. Estas son solo algunas de las cosas que necesitan corregirse en una novela.
   Ahora piensa en un producto de los que anuncian en la televisión. Algo sencillo, como una bolsa de patatas fritas. Imagina que el packaging (envoltorio) es increíblemente bonito y lo compras, sin saber si te va a gustar. Lo compras porque crees que si han trabajado tanto su exterior es que tienen que estar buenísimas. Las pruebas… ¡buag!… No te gustan nada. No volverás a comprarlas, por mucho que siga atrayéndote su exterior. No piensas caer en la trampa; es más, el próximo producto que veas de esa empresa, lo pensarás dos veces antes de volver a gastarte el dinero en ellos. Porque si una vez ya jugaron con la parte de fuera y te engañaron pensando que estaría a la altura del producto real, pueden volver a hacerlo.
   No creáis que exagero; funcionamos así. Las decepciones cuestan ser olvidadas. Y, aunque no lo creamos, un libro acaba siendo un producto. Quieres venderlo, quieres ser leído y, sobre todo, quieres gustar y que vuelvan a comprar tus siguientes novelas.
Por lo que, para todos los autopublicados, si podéis, tratadlo igual por dentro como por fuera. Y, si por lo que fuera, no podéis permitiros el gasto total, recordad que vendéis libros y el interior es lo que, al final, el lector tendrá en cuenta.



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